Women as reproduction machines and
pleasure objects?


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-Amas de casa, amantes, símbolos, ya sexuales, ya trascendentales, o cuestionables...La mujer, en la actualidad, se encuentra en medio de una pluralidad de tensiones, valoraciones, interpretaciones, y acciones en las que su relación con el hombre se replantea momento a momento, en una actualización constante, no siempre de resultados afortunados. Por qué situar a la mujer, las mujeres, ante un panorama de sobra adverso y en mucho cuestionado? Ni máquina reproductiva ni objeto del placer, pero por qué la insistencia cotidiana en esta cartografía?

-El camino corto, diría yo, se consigue al asignarles un concepto en absoluto abstracto, very simple, sencillo de entender, de aplicar y hasta de pronunciar. ¿El camino corto hacia qué? Nada más y nada menos que a desentendernos de las complicadas y complejas situaciones que inevitablemente se generan en la nada despreciable convivencia con ellas. Camino por el cual optamos (sin afán de sicoanaliterapear), al sentirnos vulnerables, posiblemente atacados en nuestro primitivo y pasado de moda sentimiento de 'poder masculino', al no querer lidiar con nuestra incompetencia para encontrar la forma, la esencia, el amor, la prudencia, las ganas, la decencia, la virtud y el punto exacto para generar un trato justo, un trato grato, que permita el libre intercambio de ideas, sentimientos, sensaciones, fluidos, secretos y carencias.

-La conceptualización parece resultar en una reducción de la vastedad de las experiencias que día a día vivimos. Aunque pocas veces observado, cada concepto precisa su replanteamiento, su permanencia o su olvido, y, sin embargo, las certidumbres compartidas por los grupos culturales parecen inclinarse por la inmovilidad a toda costa. Desde luego, la convivencia entre humanos, sea heterosexual u homosexual, sea por flirteo o meramente fortuita, encierra una gama amplia, quizá infinita, de posibilidades. Ni la mujer ni el hombre ni el niño ni un viejo ni un homosexual ni un travesti ni un transexual poseen identidades terminadas, esa perspectiva me resulta más bien falaz y simplona como bien dices. Lo lamentable comienza cuando, a partir de las seguridades que otorgan los "conceptos" (propios de la aproximación al mundo de Occidente), conducen a violencia, a una tolerancia en el fondo agresiva e impaciente, a una pluralidad comprendida de forma limitada, a un ejercicio de la sexualidad más bien torpe. Qué hacer pues, para superar el estereotipo que construye la conceptualización a ultranza y como construir relaciones inéditas entre seres humanos?

-Definitivamente estoy en contra de ser tranza, y afirmo que otras formas de convivir existen y se dan, digamos bisexual o, por que no, asexual. Pero al preguntarnos acerca de la inedición relacional constructiva entre 'jiumanbins' tal vez caigamos en sobre valorar los beneficios de la originalidad así como los maleficios de la monotonía. Pero ¿qué hacer pues?. Circulo vicioso comienza a vislumbrarse ya que siento inevitable la reflexión sin conceptos. Conceptos que surgen de conceptualizar, de reducir (como acertadamente mencionas) nuestras diarias experiencias para lograr un compendio que intenta ser una herramienta eficiente para el tan famoso instinto. Y es entonces cuando retomo la cuestión acerca de asignar pobre, tal vez irresponsablemente, los mencionados conceptos a un ser vivo, o más que vivo, el cual ha demostrado ser irreducible, incomprensible y hasta inconcebible por otro que pretende ser su semejante y el cual en tiempos modernos comienza a aceptar resignadamente una igualdad, más bien equidad, la cual, estoy seguro, sabemos inexistente.

-En efecto, no pienso en una originalidad que persiga erigirse como universal. Por contra, lo inédito puede suscitarse en medio de la monotonía, en apariencia confortable, de la cotidianidad: cuando una mujer conozca el orgasmo que antes le había sido negado, cuando un hombre permita a un par de manos recorrer los laberintos de su entrepierna, cuando un pene y una vagina abandonen su lugar prominente, casi ineludible, de epicentros de la sexualidad,... entonces habrá, en ese momento, un cambio, un espacio nuevo y explorable para la pareja o el individuo. Por otra parte, lo irreducible me parece inevitable en ambos sexos mientras que la comprensión se perfila a estar signada por los limites que el lenguaje, la visión del mundo, las experiencias, le impongan a su dueño: el observador. La equidad precisa formularse a partir de la comprensión de nuestras diferencias, que son abundantes, significativas, radicales, y que encuentran en la conceptualización un limite, delirante por estrecho e impositivo, para sus posibilidades expresivas y su devenir.
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Fragmento.

Tocar el aire.
L.Carlos, S.Tonatihu.
México, Julio 2008

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