¡PAREJAS AL ATAQUE!

¿Qué sucede cuando entre dos cuerpos se establece una distancia, un cese al fuego en las batallas libradas por sus pieles, cuando se interrumpen las búsquedas de espacios inéditos al interior de una pareja? Uno de los males que aquejan a los tiempos que corren es aquello a lo que gusta identificarse como monotonía. La aparente incapacidad de conseguir ritmos nuevos, vaivenes que por intensos logran convulsionar al otro, suavidades que estremecen lo profundo de las sensibilidades involucradas, se alza como la tragedia que se persigue evitar por todos los medios. Decenas de revistas anuncian en sus portadas las últimas novedades y estrategias para enfrentar a tan terrible monstruo: la mujer es ofrendada con los mejores arsenales que la publicidad cree ofrecer (brassieres que hacen de unos pechos breves o abundantes un motivo necesario y suficiente, bragas que delinean o separan o levantan las nalgas cansadas de su empleo cotidiano de recargaderas, y un largo etcétera) mientras que el hombre, a fuerza de abdominales, dietas y ejercicios no siempre agradecidos con su fervoroso practicante, se sume en la realización de, por lo menos, tres delirantes fantasías: encontrar que, de repente, su vieja conocida, su compañera de años, se hizo con la figura de una modelo de revista erótica de dudosa procedencia; reparar en que, después de mucho esfuerzo, ha alcanzado un estado allende lo conocido por el ser humano y la galaxia entera, en la que, cualquier mujer (lea bien car@ lector@: cualquiera) encontrará satisfacción a sus furores de antaño desatendidos; y llorar al contemplar que el abdomen flácido ha recuperado la dignidad y el porte puestos entre paréntesis por un compendio de actividades (la oficina, el taller, el fútbol, los videojuegos) que, celosas de su práctica cotidiana, arrebataron la beldad de los años mozos.
Lo lamentable ocurre cuando, al revisar los frutos de la tenacidad y la perseverancia en seguir al pie de la letra cuanto consejo, perspectiva o descubrimiento hayan leído los ojos y las ansias del sexi-investigador, tan encomiable humano se encuentra con un paisaje desolado y triste: cientos de páginas (impresas y electrónicas) después llega a la conclusión de que todo lo revisado comparte un aire familiar. Y es que, sustancialmente, la inmensa mayoría de revistas y portales que ofrecen soluciones a los problemas de la pareja, después de algunos números o fechas, terminarn por parecerse. 'Pene' es sustituido por 'miembro' que a su vez es confundido por 'órgano reproductor masculino' mientras que 'senos' halla en 'bubis' o 'boobies' su alter ego conceptual. Llamar derriére a las nalgas o las pompis logra, en casos afortunados, hacer olvidar a quien consulta a los nuevos gurús del sexo, las filiaciones que, de otra manera, resultarían fácilmente identificables. Los temblores o imaginaciones que suscitan las lecturas emocionadas y conmovidas de tan amables y agradecibles recomendaciones se topan con lo complejo del siguiente paso: de la teoría hay que pasar a la práctica, requisito en apariencia natural pero en mucho difícil de conseguir.
El misionero, el perrito, y alguna otra que usted lector@ guste agregar, vislumbran en el horizonte su suplantación por las posiciones más sofisticadas que la fuente sexual de Occidente (el viejo Kamasutra, saqueado e interpretado de maneras variopintas) ofrezca en su relectura número diez mil: mariposas, elefantes, arañas, abejas, gusanos de maguey, chapulines y escamoles, habrán de desplazar de las aficiones del público afecto a los placeres de la carne las aburridas repeticiones de las confiables estrategias de antes. O al menos eso parece ser. Lo complicado llega cuando una jovial pareja ajena al ejercicio cotidiano o dispar en estatura o peso o agilidad se vuelca, al borde de las lágrimas derramadas por la emoción, a logar una tarea que, de primera mano resultará casi imposible. Desgarres, esguinces, torceduras, e incluso fracturas, después, los alegres compañeros se encontrarán con que la solución era falsa, ardua, dificilísima de conseguir, y que, más vale pájaro en mano, lo mejor es regresar a los hábitos ya conocidos.
Y si la tarea (porque cada etapa de descubrimiento de nuevos horizontes sexuales merece ese calificativo escolar) es acudir a una sex-shop a comprar un lubricante, un vibrador, un disfraz, un látigo, una muñeca, un columpio o lo que se quiera y sueñe, se presenta el acabóse. El entusiasta cliente se topa de frente con la mirada desconfiada del tenderito que, nada más ver cruzar la puerta de su local al intrépido o intrépida que logró vencer sus miedos y prejuicios, lo aborda entre espasmos con las preguntas o afirmaciones de sobra conocidas: "¿en qué le puedo servir?", "¿qué buscabas?", "¿qué se te ofrece?", "lo que quieras te lo muestro, sin compromiso". Y la alegría se esfuma en un segundo, los temores regresan a donde estaban, y las peores valoraciones sociales suenan atronadoras en los oídos del cliente. Salvo, claro está, que repela o desarme el abordaje anterior con una estrategia mejor. ¿O qué tal cuando el responsable de la tienda o la farmacia hace patente su openmindedness acompañado de bonitos piercings y tatuajes que, no se duda, son en extremo valorados por una parte de la población, pero en este contexto no a todo visitante resultan amigables?
Sin duda, hacer el amor, tener sexo, coger o como se le guste llamar a tan simpática actividad, precisa de una vocación imperturbable e infatigable de sus practicantes por encontrar situaciones novedosas, o al menos, revitalizar lo de sobra conocido. Pero, carajo, las revistas, programas y pláticas cotidianas que hacen del sexo su punto focal, aunque no sean conscientes de ello, terminan (¡horror!) en el mismo lugar: la excesiva mitificación de algo que, con un poco de imaginación y desenfado, podría resultar simplemente encantador.

Comentarios

Tonat ha dicho que…
¡A practicar se ha dicho!

Ou! Pero por qué tiene que pasarme alguna de estas:

Hay 'donde' pero no hay 'con quien'

Hay 'con quien' pero no hay 'en donde'

Hay 'en donde' y tal vez 'con quien'
pero no hay 'ganas'

Hay 'ganas' pero no hay 'en donde' y lo peor, no hay 'con quien'

Muy amena la entrada.

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