Mala memoria


Para cuando el niño se dió cuenta, la mitad del helado refrescaba parte del piso agonizante a causa de los 29 grados típicos del medio día.

No le importó mucho, el resto sería suficiente para saciar su antojo, valió la pena arriesgarse a torcer su cuello a causa del repentino movimiento necesario para captar la huida.
Era la segunda vez que veía al gato, al que todos temían o suponían temer debido a su tono negro reluciente, para ellos espeluznante.

Lo reconocería donde fuera pues no sólo eran sus peculiares patas llenas de manchas blancas, cosa curiosa pero no del otro mundo, sino que además su mirada era más humana que felina, más juguetona que desconfiada.

Tal vez sea aventurado decirlo pero 'se conocieron' cerca del puente Amdard.

Él regresaba cierta tarde de la escuela prácticamente a la misma hora y por el mismo camino que tomaba desde hacía medio año cuando decidió, junto con su madre, que era tiempo de independizarse un poco, aunque fuera sólo en el ir y venir del colegio.

Ikidor, como él le llamaría despues de ese encuentro, correteaba ardillas en la zona boscosa cercana al puente, algo raro y tal vez insólito si no fuera por el hecho de que le gustaba lo que ellas comian, lo cual, debido a la malicia que todo ser vivo engendra cuando se sabe más fuerte y ágil que otro, lo llevaba a querer arrebatarles lo que conseguian para comer.

Desafortunadamente, no importó cuan exacto fuera en el tiempo, ya sea día de la semana, hora o minuto pues no logro verlo perseguir ardillas nuevamente.

No lo volvió a ver hasta esa tarde de viernes, calurosa como casi todas las demás pero diferente ya que era en la que podía gastar el dinero restante de la semana para comprarse el preciado helado de arándano, famoso a la salida de su escuela.

Sin embargo esa tarde, el gato era el perseguido. Se las había arreglado para entrar a una tienda de abarrotes en donde por alguna razón sabía que encontraría comida.

El chico estaba esperando la luz verde que le permitiría seguir el camino de regreso a casa cuando, sin esperarlo, el gato salió velozmente de la tienda cruzando el arrollo vehicular con tal suerte que llegó al otro lado sin ningún rasguño.
Bueno, con una población de 76 habitantes, las calles del pequeño pueblo de Senecan no suelen ser muy transitadas.

Lug, como se llamaba el pequeño de 12 años, no dudo en seguirlo. De un par de mordidas terminó el helado y echo a correr detras de Ikidor.

Al llegar al puente antes mencionado, el animalín se detuvo mostrando fatiga y al mismo tiempo interés por encontrar a sus dientonas 'amigas' para conseguir
un poco de comida.

Lug detuvo sus pasos al ver al gato acurrucado en una de las bancas del lugar (al parecer no habia conseguido su objetivo) el cual estaba totalmente sólo, los únicos seres perceptibles eran él y patasblancas.

Decidió sentarse a su lado, guiado por una extraña confianza que lo hacia sentir que se conocian de toda la vida.

Al llegar a la banca y sentarse, Ikidor comenzó la conversación.

-¿Me buscas para deshacer el trato verdad?

El niño, a diferencia de lo que todos podríamos imaginar, no abrio los ojos enormemente ni miró a todos lados extrañado de lo que acababa de ocurrir,
simplemente contestó

-¿Cuál trato?

-¿No te han dicho que las personas listas y educadas no contestan a una pregunta con otra pregunta?

-Pero tú lo acabas de hacer.

-Siendo justos mi condición no es ciertamente la de una persona.

-Entonces, ¿Cuál es tu condición?

-La misma que hace 5 años cuando aceptaste intercambiar apariencias, lo cual fue injusto. Obtuve tu cuerpo pero no tus habilidades y después de una serie
de sucesos me corrieron de casa, hartos de tantas cosas rotas, tanto pelo, tanta suciedad que no podia evitar generar. Jaja, al parecer a ti te sucedió algo parecido, pero obviamente a ti no te iban a correr. Tristemente lo que sí sucedió es que te olvidaste de mi. La vida ha sido dura pero me las he arreglado. Cinco años no pasan en vano con este fantástico cuerpo que, por ponerte un ejemplo, cae parado por si solo, es increible, ¿Te muestro?

-Ahora no, cómo pude olvidarme de eso.

-Son cosas que suceden, lo que no repasas, lo que no ves, lo que no sientes, lo que no usas, tiendes a olvidarlo, es natural. Nuestra mente suele olvidar lo que no usa y posiblemente también nuestro corazón.

-Y tú, ¿Quiéres deshacer el trato?

-¡Por supuesto que no! Bastante bien adaptado estoy a la vida que llevo, además con los cambios que se te vienen con eso que llaman puber...

-Entiendo -lo interrumpio Lug- pero tal vez quieras regresar a casa.

-Eso sería genial, prepararé un truco para impresionarlos.

-Bien, vayamos, mamá debe estar preocupada.

Comentarios

Entradas populares