¿De qué color es tú mirada? Qué tal si...


Me atrevo a asegurar que las personas, en su mayoria y en el grueso de ocasiones, no nos damos cuenta de lo que los demás hacen por nosotros.
Pasa desapercibido día a día, momento a momento, cada acción, cada palabra, cada deseo. Pasan invisibles ante nuestros ojos cubiertos por la gruesa capa de la cotidianidad.

Te sorprendes observando lo que pasa ante tus ojos, ante tu mirada altiva, incredula y llena de autosuficiencia, soberbia y despectiva, que este mundo, esta gente es como una inmensa y espeluznante bestia en cacería, hambrienta y a la espera, aguardando el momento justo de tu descuido que le permita despiadadamente devorarte, saciarse de ti.

Uno más, otro más, dos que caen bajo, demasiado. Tal vez impulsados por la desesperación o el miedo que causa o trae consigo la ¿inseguridad, torpeza, o nuestra conocida cotidianidad?

¿Qué pasó con aquél suntuoso caballero cuya imagen llenaba tus días de alegría y emoción? Y qué decir de su presencia que llenaba tu ser de tranquilidad, amor, hasta pasión, y generaba en ti deseo de vida eterna y aventuras únicas.

Nada fácil es luchar con los fantasmas del pasado y menos cuando son ajenos, cuando ni los esperamos, cuando son de carne y hueso.
Lo anterior, contradictorio puede sonarle al auditorio, no es otra cosa que lidiar con amores 'pasados', amores de otro tiempo y, sin embargo, tan presentes que nos dan ganas de estar ausentes.
Pero no me mal entiendan, les repito que son ajenos. Qué lindo que fueran nuestros, pero ahora me refiero a los de aquel o aquella a quien procuramos cariño, tal vez amor, besos, abrazos, tal vez pasión.
Qué será lo correcto si designarlo tema prohibido es tan insuficiente como platicarlo a la ligera, tal vez sabiendo que no tenemos ni idea de cómo superarlo.

Qué tal que es algo tan sencillo como que todavía no habéis generado, juntos, experiencias suficientes para ser el principal tema de conversación.

En los no últimos minutos y con los no últimos sucesos, se me ha ocurrido algo que puede pasar como hipótesis, un supuesto acerca de algo que pretende volverse claro pero que, estoy seguro, tardará mucho en convencer.

Lo siguiente es para ti mujer hermosa, brava, a la que ningún contratiempo ha hecho desistir pero que probablemente ya ha pensado en que lo nuestro seguramente no funcionará y que ante el hartazgo lo mejor es desertar.
Un fragmento que no pretende contener sabiduría pero que espero descubras en él algo de lo mucho que contigo quiero compartir:

"...yo creo que el problema es que tú eres una de esas mujeres a las que la mayoria de los hombres, al parecer al noventaytantos por ciento, les tememos.
Es halagador que en los buenos tiempos de la relación, me hayas sentido como un igual, 'al nivel', y creeme que en general sentí lo mismo, utilizando una de tus recurridas frases, ¡Fue genial!.
Sin contar, claro, aquellos dias iniciales en los que hacias alusión a tu 'gran mundo' y a mi 'pequeño mundo' (vemos aquí como la palabra pequeño, engreida de tanto en nuestras vocas estar, tal vez sugestiva, aparece en escena). Pero de momento empiezo a sospechar que a pesar de lo anterior, una parte de mi, pequeña, tal vez mediana, conservó ese miedo machista, pueril, insensato, inútil y desastroso. El miedo a la mujer que desafía nuestro, ridiculo y pasado de moda, 'poder masculino'. Tal vez era eso lo que, de alguna forma, me impedía disfrutar nuestros momentos de felicidad y lograba que los echara a perder con cualquier torpe pretexto...”

Concluyo éste tocar no sin antes aceptar que lo anterior puede aparentar tener poco sentido, relación con mucho y con nada a la vez. Pero qué tal si, con descaro, intento jugar un poco con tu mente apreciado o apreciada, querida o querido lector o lectora al decirte que afortunado yo y afortunada o afortunado tú si logras, aunque sea medianamente, desentrañar y aprovechar el basto contenido impulsor de reflexión que se encuentra aquí ante tu mirada arrogante. Que por cierto ¿de qué color es?
 

Comentarios

Entradas populares